Reencuentra tus ganas de vivir

Este post nace de vuestros mensajes, de vuestros mails, de vuestras palabras de sufrimiento por estar pasando por un mal momento, de vuestro corazón abierto, herido. Personas que desde hace unos meses, hasta esta misma mañana, me escribís pidiendo ayuda, consejo, apoyo, o quizá, un poco de empatía en un mundo que no escucha, ni siente los problemas de los demás…

Este blog es vuestra casa; y sus pilares, son el cariño y amor que me demostráis cada instante y que es mutuo. Esto va para vosotros, porque estáis lejos en distancia; pero muy cerca de mi alma.

No me gustan los dramas, así que intentaré escribir estas líneas desde un lado objetivo, desde mi faceta de psicóloga frustrada. Pero no prometo nada. No releeré lo escrito, no pasaré ningún filtro.

Estos meses, he vivido tanto, que me parece toda una vida. Me pregunto cuántas veces puede volver a empezar una persona. Tendemos a imaginar cómo será nuestro futuro, basándonos en el hilo conductor que ha seguido nuestra historia y hacia dónde nos ha llevado. Pero no contamos con la única verdad: que todo cambia. Ya sean cambios pequeños o un huracán que de repente, arrasa con todo aquello que tenías o creías tener bajo tu control.

La vida no se puede planear, no se puede mantener tal cual. Y eso es lo que la hace bella y única… que es impredecible.

Me habéis preguntado día tras día, cómo he logrado salir adelante. Dónde estaba encontrando la ilusión tras mi… llamémoslo desastre emocional. En definitiva, os preguntábais de dónde estaba sacando de nuevo, las ganas de vivir. Esas que no deberíamos perder jamás, por nada, ni… por nadie.

Quizá no tengo la respuesta definitiva. Cada persona vive la vida a su manera. Pero os contaré la mía, que espero os sirva de ayuda para superar ese estado de estancamiento y ver la luz en el horizonte.

Insisto en que no me gusta hablar del tema, pero es difícil hablar con un tono “generalizado” sobretodo cuando sabéis perfectamente a qué me refiero. Sin embargo intentaré hacerlo. Porque no quiero darle demasiada importancia a una persona que ya no forma parte de mi vida, ni de mi tiempo y que ha demostrado no merecer ni un ápice de mi sufrimiento. El cuento fue bonito mientras duró, pero para vivir una farsa, me quedo con la realidad, con mi madre y con mi perro, y oye, no se está tan mal, al menos es real.

Como sabéis no he alimentado la curiosidad de las redes, ni he fomentado el culebrón del verano. Los actos de cada uno, ya hablan por si solos. Por ello, quiero centrarme en mis emociones, ya que cuando alguien que significa tanto, te abandona de repente, inevitablemente sin darte cuenta, se rompe algo dentro de ti mismo, pierdes algo de tu propia identidad y hasta la confianza en ti mismo. Llegas a preguntarte qué es lo que falla en ti y como consecuencia, empiezas a cuestionarte la sinceridad de los sentimientos de los demás.

En definitiva, pierdes la capacidad de volver a CREER verdaderamente en algo.

Tras secarme las lágrimas, llegué a la conclusión de que no podía seguir sumida en la oscuridad. La vida es breve y no podemos permitir que se nos escape.

Lo primero que hice fue simplemente decidir que quería salir de aquel coma emocional. ¿Parece obvio, verdad? Pues no lo es. Decidir pasar página es lo más difícil en estas situaciones. Porque en nuestro interior, seguimos negando lo ocurrido. Seguimos en ese estado de falsa esperanza, anclado en una historia que ya ha finalizado. Pero que no terminará realmente hasta que tu quieras que acabe. En tu mente, en tu corazón, en tu alma, has de decidir superarlo. Escribe la palabra FIN. Da un paso hacia la nueva vida que ya te está esperando.

Pero te aviso… Cuando empieces de nuevo, no será fácil; los caminitos de rosas no existen. Tendrás que esforzarte. Tu sonrisa pedirá un alto precio por volver a ser sincera. Pero será lo más retador a lo que te hayas enfrentado jamás. Te lo aseguro. Cuando logres cualquier pequeña meta que te propongas… te sentirás un super héroe. Ve poco a poco, no te exijas demasiado y concédete sentir todo lo que pase por tu interior. No lo ignores, no le des la espalda. Descarga tu vaso continuamente, no esperes a que tus emociones te desborden. Permite que fluyan sin más.

Como he dicho anteriormente, la vida no está bajo tu control, pero hay ciertas cosas en ella, que si puedes controlar. Piensa en lo que te da sensaciones positivas, en tus pasiones. Haz de nuevo aquellas cosas que en el pasado te hacían feliz. Y que no te frene el hecho de que te traiga recuerdos. Es inevitable. Pero hazlo de nuevo. Cambia el contexto pero no el contenido. Si algo te gusta, no lo abandones. Consigue que siga formando parte de tu nuevo “yo” En mi caso, fue duro seguir entrenando o ir a correr. Y sin embargo, ahora son pasiones que me pertenecen más que nunca.

Por otra parte, enumera todo aquello que has ido dejando de lado. Esos sueños que aún te esperan. Que siguen ahí, brillando. Todo lo que siempre has querido hacer pero has ido posponiendo por priorizar otras cosas, obligaciones, excusas, ruido o en definitiva, mierda varia.

Lo bueno de estar en la oscuridad, es que somos capaces de ver el brillo de las estrellas, de ver con claridad lo que realmente importa. Capaz de ver lo que quieres; lo que quieres hacer con tu vida. Y cuando sientes que ya no tienes nada que perder, no tienes los miedos que tenías antes, de arriesgarte.

Si, arriésgate a ser feliz.

Quizá te sorprendes y lo consigues. No hay caminos equivocados en la vida, todos ellos te llevan a algún lado. El único error es quedarse quieto, sumido en la tristeza, mientras tus ilusiones se apagan; dejando que el tiempo pase, un tiempo que no vuelve. Un tiempo que te pertenece y que aun puedes decidir qué hacer con él.

Cuando finalmente, te hayas mentalizado de todo eso, queda una única cosa por hacer. Quizá la más importante de toda tu vida.

Enamórate, y esta vez de verdad. Esta vez, que sea un

PARA SIEMPRE

Enamórate con locura y a rabiar, de tu reflejo en el espejo. Ámate, empieza tu nueva vida, con un amor absoluto e incondicional por ti mismo. Ama tus virtudes, tus defectos, tu lado bueno y el no tan bueno. Y no lo pierdas nunca ya que es contigo con quien vas a vivir todo el tiempo que te queda. En tus manos tienes el control de tu propia felicidad, no cometas el error de otorgarle ese poder a nadie que no seas tú.

Estos son mis “consejos”, lo que me ha hecho salir a mi, a Eli, adelante. Como he dicho antes, cada uno, somos un mundo. Pero todos sentimos, todos somos resultado de nuestras experiencias y emociones. Por ello, aunque seamos distintos, todos estamos bajo un mismo cielo.

Luchando por un objetivo común:

la felicidad

Antes de terminar, me queda lo más importante. Incluso me debo disculpar por ponerlo en último lugar. Es hipócrita e injusto por mi parte siquiera el insinuar que he logrado todo esto, sola. Al contrario. He estado mejor acompañada que en toda mi vida.

Mi último y gran consejo es que te rodees de tu gente. Y mira bien cómo lo escribo. No de “gente” sino de tu gente. Esas pocas personas elegidas que quieres que formen parte de tu historia, personas que suman, personas que te quieren de verdad, que se preocupan, que empatizan. Que te hagan ver la realidad cuando estés ciego, que te digan lo que debes oír, sea lo que sea. Que te recuerden esas cosas que has olvidado de la vida o de ti misma, que te comprendan con una mirada, que te den esperanza. Que te regalen una sonrisa improvisada, un abrazo cálido, un desahogo sincero. Que te den un empujón mientras te llevan de la mano.

Algunas de esas personas ya estaban conmigo, otras han aparecido, y a otras, incluso las he ido a buscar. Dejé el orgullo atrás, olvidado en algún lugar.

Siempre he pensado aquello de “Carpe Diem” la vida es demasiado breve como para dejarla escapar, como para desperdiciarla sumido en la oscuridad. Y nuestros sueños tienen luz propia, pero sin tener cerca a las personas que quieres, tu vida entera sería incapaz de brillar.

Las fotos que habéis ido viendo, son de este verano, de la época más dura, la de reencontrar las ganas de vivir. Sin posados, sin maquillaje… siendo aún una sombra.