El ser humano es una máquina experta, en perfeccionar aquello que practica.
Eso nos decía nuestro genial profesor Alberto Segovia en el curso de Functional Training la semana pasada. De esas personas apasionadas que por suerte se cruzan en tu camino y te contagian esa ilusión por cada pequeña cosa.
Junto a él estoy realizando también el curso de Pilates y… es curioso cómo no solo está cambiando mi manera de entrenar, sino mi forma de comprender lo que sucede en mi cuerpo, en mi mente y en mi espíritu.
Ser conscientes: la tarea pendiente de muchos. Mi tarea pendiente hasta hace un año.
Cuando aprendo algo, como en esta etapa en la que estoy inmersa en mucha formación, intento darle un significado más allá. Es la forma con la que he logrado que los aprendizajes que he tenido a lo largo de mi vida, hayan pasado a ser una faceta más de mi misma.
Poco a poco, he ido avanzando. Mucho me separa de aquella chica que empezó a hacer ejercicio físico sin un por qué ni un para qué específico. Hoy, he ampliado miras. He abierto la mente, para entender que un entrenamiento no trata de contraer un músculo, ni siquiera sólo de ejecutar un movimiento. He comprendido que todo aquello que hacemos, tiene la fórmula de acción-reacción, y sobretodo, un impacto global en ti, en tu físico, pero también en tu mente y en tu estado anímico.
Porque por más que pensemos que cuando entrenamos, aislamos músculos, en el cuerpo todo está conectado. Aunque uno sea el protagonista, todo su alrededor actúa para asistirle como si fuera un gran equipo o la mejor de las orquestas. Una zona trabaja pero eso afecta a todo el entorno.
En la vida, sucede lo mismo.
Como cuando hacemos una elección, escogemos un camino u otro, y esa decisión a su vez desencadena acontecimientos a su alrededor. Es todo un ciclo de energía que fluye, con nosotros y que influye en el curso de nuestra historia.
La conclusión que saco gracias a todo lo aprendido, es que hasta la palabra entrenar, se puede referir a algo más allá de lo físico.
Volviendo a la frase del principio:
Todos nosotros, somos máquinas expertas en perfeccionar aquello que practicamos. Y si piensas que tu mejor versión hace referencia únicamente a tu estado físico, estás limitando lo más valioso de tu potencial.
Tú, escondes mucho más.
Has practicado correr, nadar, ir en bici, has probado infinidad de deportes, fútbol, tenis, baloncesto, te conoces las máquinas del gimnasio, incluso te has animado a probar alguna clase aunque pensabas que no te atreverías…
Ahora te invito a otro entrenamiento.
Prueba a entrenar tu estado de ánimo; prueba a entrenar tu optimismo; prueba a entrenar el tomarte la vida desde otro punto de vista, viendo siembre el vaso medio lleno o vislumbrando el sol aunque a veces se esconda tras las nubes. Prueba a vestirte con una sonrisa antes de ponerte las zapatillas, que esa si que te pega con todo.
Entrena para lograr tus metas, pero sobretodo para tenerlas.
Entrena para dar las gracias, decir menos “pero” y más “te quiero“.
Si practicas todo esto… todo lo que te venga a la mente, todo aquello que haría de ti una persona feliz, pronto lo perfeccionarás.
Pronto… lo serás.
El 2018 está a las puertas.
No se me ocurre momento mejor para empezar… el gran entrenamiento de tu vida.
Entrena tu felicidad.